19/10/09

go and kill yourself

Siempre tengo la sensación que dejás dentro la última mitad de tus frases, reteniendo el mensaje importante, cuidando de no ir más allá de los límites que te marcaste. Y a mí me toca entonces leer entre líneas lo que ni siquiera escribiste. A veces he pensado que te vería respirar aliviado si yo terminara tus frases, pero tengo miedo de haber leído quizás más allá del punto y aparte. Hay días que pienso que todo esto es sólo la segunda parte del primer error que cometimos, que volvemos a jugar a ser amigos, que quizás no entendiste el final anterior o quizás yo no quise aceptarlo. Así que me propongo hacerlo, asumir que aquella etapa se acabó, que todo quedó hablado y que vos sos el mismo de siempre, con tus mismos sentimientos. Y entonces me llamás, justo cuando yo ya estaba pensando en otras cosas, cuando ya había embalado tus recuerdos, cuando ya había desprendido tu aroma de mi cuerpo y apenas recordaba el calor de tus labios. Me llamás y te noto nervioso, tratando de aparentar que a través de la línea habla sólo un amigo, y empezás de nuevo con tus frases inacabadas… Y te conozco y sé que apenas te estás escuchando a vos mismo, porque en la cabeza sólo tenés unas palabras que son las que no querés pronunciar. Y como siempre, acabás diciendo que todo va a ser como antes y yo te digo lo que habitualmente: que sí, que nada cambia, que te amo igual y, sin dudar, decís que es perfecto. Pero hoy no. Hoy, cuando llamaste, me encontraste cansada de tus miedos y tus indecisiones, y sólo te contesté: "buena suerte". Y escuché tu silencio y tu sorpresa por unos instantes, después unas dudas, luego un intento de palabras y por último un: "Bueno, entonces... un beso". Y el beso lo mandaste ya en un susurro. Y a mí me llegó como una cachetada. Pero da igual, todo eso me da igual. No quiero que te escondas más detrás de mí, que me obligues a verbalizar tus deseos, que me empujes a tomar tus decisiones. Después, volveremos a ser los de antes, como siempre. Y nos veremos una noche, y nos la pasaremos hablando de todo menos de nosotros, de todo menos de nuestros sentimientos. Interpretaremos de nuevo el papel que nos sabemos de memoria: sólo-somos-dos-amigos. Y poco a poco, al mismo ritmo que la noche avanza, me mirarás con más intensidad, me rozarás levemente y el telón de tu mirada irá cayendo. La fingida indiferencia se quedará sentada en el último bar que visitamos, tomándose una copa a nuestra salud, y la ternura y el deseo tomarán el relevo en tu mirada. Y cuando me des besos, como siempre, robaré de tus labios esas partes de tus frases nunca pronunciadas…

No hay comentarios:

Publicar un comentario